Para nadie es un secreto que la crisis por el coronavirus Covid-19 ha crecido exponencialmente en toda latinoamérica. Lo que hace tres meses era una simple noticia al otro lado del mundo, hoy cobra vidas en nuestras regiones. La falta de preparación, de información y la rapidez con la que se propaga el virus, toma por sorpresa a la mayoría de nuestras congregaciones.
Algunos líderes religiosos han sido demasiado escépticos ante la gravedad de la situación, y algunos otros utilizan la Biblia como una especie de mantra mística protectora; para que el virus pase “de largo” por las puertas de sus casas. Todo esto ha hecho que la mayoría de las congregaciones fueran sorprendidas, sin ningún plan de contingencia para enfrentar el cierre de sus templos.
Queridos hermanos, pastores y miembros de iglesias, esta crisis puede durar más de lo esperado; por lo menos en nuestro país (para el día de hoy 24 de marzo 2020) el ministerio de Salud de Costa Rica prevé que el pico de la epidemia estaría empezando a disminuir (en el mejor de los casos), hasta dentro de tres meses, si seguimos los protocolos que el gobierno ha dictaminado. Así que debemos prepararnos de forma espiritual pero también de forma organizacional para que nuestras congregaciones no mueran intentando sobrevivir.
La Biblia nos muestra en José (Gn 37) un gran ejemplo de una persona precavida, cuya administración y mayordomía fue esencial para guiar al pueblo de Egipto a enfrentar la crisis. No solo confió en Dios, sino que tomó los recurso con los que contaba para administrarlos de forma sabia, solidaria y compasiva.
Pero me preocupa que eclipsemos la magnitud de la situación que atravesamos, al sobreexponer una teología demasiado individualista y escapista. Donde la paz individual y el espanto apocalíptico, sean las recetas constantes de los púlpitos virtuales los domingos. Es por eso que hemos creado un plan de contingencia para que ayude a las congregaciones de nuestra región a no morir en las vacas flacas, sino que más bien sean abundantemente solidarias con el prójimo.
1. Prioriza lo que realmente es importante
En 1 Timoteo 5:3–16, Pablo es muy hábil en priorizar a los más necesitados. Su entendimiento empírico de la sociología de la época, le ayudó a determinar los lineamientos necesarios para priorizar a las viudas que realmente necesitaban ayuda de la iglesia. De la misma forma debemos ser hábiles para determinar quienes son los más vulnerables de nuestras congregaciones.
a. Enlista a los miembros de la Iglesia
Lo primero que deberías hacer, es reunirte con los demás ancianos para tener un panorama general de los miembros. Divide tus miembros en listas segmentadas por su ubicación geográfica para que los ancianos puedan darles seguimiento.
b. Cataloga a los miembros de la Iglesia
Realiza una encuesta en línea para determinar cuáles de los miembros son los que están en un estado más vulnerable. Por ejemplo, primero los adultos mayores con enfermedades que pudieran ser fatales a la hora de un contagio, luego mujeres embarazadas y mujeres que estén en periodo de lactancia; así como niños que están a cargo de adultos mayores. La idea es que puedan segmentar a tu congregación dentro de tres ejes; edad, situación socioeconómica y estado de salud, las personas que conecten los tres rubros deberían tener tu prioridad. Recuerda que las familias de los miembros en riesgo deberían hacerse cargo en primera instancia, por eso es primordial determinar quienes realmente son los más vulnerables.
c. Reparte la carga
La responsabilidad eclesiástica no es exclusiva del pastor, cada miembro es responsable de su comunidad. Reparte a los demás miembros los números y direcciones de los más vulnerables. Crea grupos de whatsapp por zona geográfica para que puedan estar pendientes de ellos, y así puedan enviarles comida y ayudarles a pagar la luz y el agua. Hoy en día hay supermercados que permiten entregas a domicilio y el pago de los servicios se hace en línea.
2. Dosifica las finanzas
Muchas de las congregaciones de la región se desplomarán financieramente en estos meses. Algunas no podrán recuperarse y otras sacrificarán de su presupuesto la ayuda social (amor al prójimo). Comprendo por experiencia propia que la gran mayoría de nuestras iglesias en latinoamérica, vivimos apenas el “día a día”, es por eso que deberían tratar de tener un plan para sobrevivir, sin sacrificar la ayuda social.
a. Ser sincero y franco con los miembros.
Debes ser lo más transparente y sincero con los miembros, habla con ellos y anímales a no perder el compromiso, ora con ellos y trata de que comprendan que el sostenimiento de la comunidad es una responsabilidad bíblica y un trabajo en equipo (Gá 6:6).
b. Mantén una transparencia “irreprochable” en las finanzas.
En momentos como estos la economía de la iglesia deber más clara que el agua. Para que ellos puedan ponerse en los zapatos de los líderes y puedan sensibilizar su corazón. La transparencia siempre es sinónimo de confianza, y si los miembros confían en la administración que tienen los líderes, caminarán juntos y unánimes durante la crisis, como una iglesia valiente y unida.
c. Reduce los gastos
En caso de que se observe una disminución considerable en las entradas de la iglesia, intenta rebajar en un 70% los gastos. No despidas a nadie, por favor, sacrifica otras cosas por encima del personal. Si tienen un local propio, reduce la luz, el agua, el internet y disminuye al máximo los gastos administrativos. Si alquilas un local para la iglesia y no pueden costearlo, es mejor repartir las bienes en casas (sillas, parlantes, púlpito etc.) y dejar de alquilar mientras pasa la crisis. Si realizas transmisiones de los servicios dominicales en línea, mejor utiliza la casa y trata de realizarlos de forma sencilla, así no incurrirás en gastos innecesarios. Si cuentas con mucho personal y es insostenible, pueden llegar a acuerdos solidarios de forma unánime, donde se rebaje del 10% al 20% del salario durante el tiempo de crisis. Pero recuerda los pastores también son enlistados y catalogados, así que si tienes pastores que solo depende del salario de la iglesia y también son adultos mayores, lo más bíblico sería tratar de protegerlos y no rebajar sus salarios.
d. Prioriza la ayuda social
No sacrifiques la ayuda social, sabemos que en latinoamérica las iglesias cuentan con muy poco presupuesto para ayuda social, otras no tienen este rubro y la mayoría dependen de la caridad de las personas (que por lo general no son muy constantes). Pero querido pastor, recuerda que la iglesia no depende de las personas, depende de Dios, confía en Él y sacrifica un poco más los gastos de la congregación para poder ser dadivosos con los más vulnerables.
e. No desperdicies los recursos
Sabemos que nuestros recursos son sumamente limitados, es por eso que debemos hacer el mejor uso posible. Recuerda que hay personas que van a querer aprovecharse, otros están en una situación económicamente complicada por malas decisiones que hicieron adrede y otros manipularán para ser ayudados. Debes comprender que no somos Jesucristo, no podemos ayudar a todos, ni cambiarlos de la noche a la mañana. Es por eso que debes ser hábil en estudiar y catalogar a los miembros, para así, poder ayuda a los que realmente están vulnerables y en riesgo.
f. No seas tacaño
Es bueno ahorrar y tener recursos guardados. Pero muchas veces es más sabio usar algún porcentaje de los ahorros para mitigar la crisis actual, que morirse de hambre mientras el ahorro para la construcción o para proyectos estructurales y audivisuales está creciendo. Debemos ser mayordomos, no tacaños.
3. Ayuda a iglesias pequeñas y a las que están en plantación
Si eres parte de una iglesia que por la gracia de Dios no tendrá problemas financieros, busca iglesias pequeñas y plantaciones para ayudarlas, ellas serán las más afectadas en esta crisis.
4. No dejes de orar
Cuando las finanzas caigan, cuando los hermanos dejen de “conectarse”, cuando desfallezcas por las dificultades; es cuando más debemos orar y descansar en su poderosa soberanía. Le pido a Dios que Él sostenga a su Iglesia en sus manos y por su poder. Anhelo que Él despierte un corazón abnegado y compasivo en los miembros de nuestras iglesias. Oramos para que su Gloria sea reflejada de forma preciosa en medio de esta escuela llamada covid-19.
Oramos por un avivamiento de su Iglesia, para que así como lo dice Timothy Keller, podamos experimentar una explosión de gracia.
“Una explosión de la gracia de Dios que provocaría que su pueblo limitara su estilo de vida y su consumo, con el fin de obsequiar cantidades sorprendentes a los que más lo necesitan”.
Tim Keller
Publicado por primera vez en Medium. Photo by John Cafazza on Unsplash