En cuestión de días nuestro mundo cambio. La incertidumbre del futuro paso a ser un espejismo temeroso para muchos. Para otros una terrible pesadilla en la que la pérdida de seres queridos fue inevitable.
¡Y pensar que todo empezó en un lugar muy lejano! Quizás, algunos de nosotros decidimos orar por esa tragedia; como quizás lo hacemos cuando escuchamos de otros desastres naturales en países que ni siquiera hemos tenido el placer de visitar. Pero en un abrir y cerrar de ojos nosotros mismos nos convertimos en personajes de ese infortunio.
Lo peor es que las páginas de esta historia están plagadas de ansiedad y fatalidad; miedo e incertidumbre. En ellas, nuestros trabajos cuelgan de un hilo y nuestros seres queridos posiblemente estén aislados. ¡Y qué decir de nuestra familia de fe! confinada a un intercambio cibernético al que tardaremos para llegarnos a acostumbrar.
Este es un tiempo, donde rápidamente nos hemos dado cuenta de nuestra incapacidad para controlar el presente y predecir el futuro. Pero esto mismo, nos ha recordado quién sí está en control de lo que pasa. Dios es soberano y si eso no fuera suficiente Dios verdaderamente nos ama.
En este tiempo donde el gozo pareciera quedar debajo del constante ir y venir informático en las redes sociales, su palabra nos recuerda, que para quién ha creído en Él la esperanza del futuro es verdadera. Nuestra vida no está determinada por las circunstancias, ‘todos los días de mi vida ya estaban en tu libro; antes de que me formaras, los anotaste, y no faltó uno solo de ellos.’ (Salmos 139:16)
Y Jesús nos promete que a pesar de los terribles acontecimientos, Él nunca nos dejará, jamás nos abandonará. (Hebreos 13:5) Si no que, estará con nosotros, alentándonos a través de su palabra y consolándonos por medio del Espíritu Santo.
Quizás tengas temor de cómo terminará la historia. Pero es tanta la misericordia de Dios que también nos la ha hecho saber. Cuando llegue el momento, nuestro Señor vendrá por nosotros. ‘En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo.’ (Juan 14:2-6) Pero hay más, el lugar al que nos lleva, será uno donde, ‘Él… enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas (habrán) dejado de existir.’ Apocalipsis 21
Entonces ¿qué podemos hacer en este tiempo de crisis? Primeramente orar, pedirle al Señor que nos ayude a enfocar nuestros ojos en Él, en Su palabra. De esa manera podremos aprovechar al máximo cada momento oportuno, (Col. 4:5) para dar a conocer la esperanza en la cual podemos nosotros confiar.
Pidamos también en utilizar nuestras palabras sabiamente. No caigamos en la tentación de utilizar las redes sociales como megáfono para decir lo primero que se nos viene a la mente, o para auto promocionarnos, sino que nuestras palabras ‘contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. (Efesios 4:29),
Seamos responsables y pensemos en los otros primero. Durante la segunda guerra mundial, después de los bombardeos en Londres, había gente que buscaba ayudarse primero así misma pero la gran mayoría pensaban en cómo ayudar al prójimo. Quizás esta sea nuestra oportunidad para ayudar y cambiar nuestra mentalidad individualista y esparcir esa luz de esperanza que ya vive en nuestros corazones.
Matthew Hosier lo pone así, ‘La crisis actual nos da muchas oportunidades de mostrar la abundante provisión de gracia que es nuestra en Cristo. Tenemos una esperanza sólida y buenas noticias que contar. La muerte, mata. Pero nosotros estamos en el negocio de salvar vidas.’ (https://thinktheology.co.uk/blog/article/running_towards_the_plague? Matthew Hosier, Thursday 12 March, 2020)
No caigamos en la tentación de utilizar las redes sociales como megáfono para decir lo primero que se nos viene a la mente, o para auto promocionarnos.
Ellelein Kirk
¡No hay tiempo que perder! Vayamos jubilosos a deleitarnos en la palabra del Señor. Doblemos las rodillas y oremos confiado plenamente en su misericordia y soberanía. ¡Ayudemos a quienes lo necesitan y cooperamos en todo lo que nos sea posible!
Aun en las páginas grises de esta historia, en donde nuestras vidas también ahora participan, la luz del Señor es nuestra guía. Y llegará el momento donde las tinieblas se esclarezcan y los nubarrones de pesadumbre se despejen. Y podremos de nuevo abrazarnos celebrando no sólo el descubrimiento de la vacuna para este virus, sino también la salvación de muchos que llegando a conocer a Cristo, gozarán junto a nosotros de la vida abundante y eterna a su lado, desde ahora y para siempre jamás.